En pleno invierno cordobés, cuando el sol apenas asoma entre bufandas y guisos, ocurre algo extraño, casi mágico: las plazas se llenan, los bares explotan, los grupos de WhatsApp arden con memes y propuestas, y hasta el delivery colapsa. ¿La razón? El Día del Amigo, una fecha que no solo sobrevive al frío, sino que lo derrite a fuerza de abrazos, fernet y cariño sincero.

Pero ¿cómo fue que una efeméride tan emocional se volvió una verdadera institución popular, especialmente en Córdoba, donde la amistad parece tener acento propio?

Una fecha para recordar

Aunque parezca invento de alguna marca de bombones, el Día del Amigo tiene un origen muy real y argentino. Todo comenzó el 20 de julio de 1969, cuando el mundo entero seguía por televisión el primer paso del hombre en la Luna.

Mientras millones se maravillaban con la hazaña tecnológica, Enrique Ernesto Febbraro, un odontólogo, músico y filósofo de Lomas de Zamora, vio algo más profundo: un gesto de unidad humana.

“Ese día el mundo fue amigo del mundo”, dijo. Inspirado por esa idea, Febbraro envió mil cartas a diferentes países proponiendo que el 20 de julio se celebre la amistad. Le respondieron más de 700 personas. Con eso le bastó para plantar la semilla. Desde entonces, Argentina hizo suya esta celebración, y Córdoba —con su fama de sociabilidad inagotable— la convirtió en un evento casi sagrado.

¿Por qué Córdoba vibra distinto este día?

Hay algo en la idiosincrasia cordobesa que vuelve a la amistad un bien colectivo, casi público. Tal vez sea la cultura del mate compartido, la sobremesa larga o la costumbre de juntarse con los amigos.

Pero lo cierto es que el Día del Amigo en Córdoba no pasa desapercibido. Se planifica, se vive, se celebra. Las reservas en bares y restaurantes se agotan con días de anticipación, y los grupos de amigos —reales, virtuales, heredados del colegio o ensamblados en la facultad— se organizan como si se tratara de un cumpleaños colectivo.

Y no es solo por la fiesta: en tiempos de vínculos líquidos y pantallas omnipresentes, la amistad sigue siendo un refugio. Una forma de resistencia emocional. Córdoba entendió eso antes que muchos.

Una de las claves para que el Día del Amigo se mantenga vigente es su flexibilidad: no se necesita mucho dinero, solo ganas de estar. De todos modos, si estás pensando en sorprender a alguien, acá van algunas ideas divididas según presupuesto (y nivel de organización).

Por tanto, esta no es solo una fecha, es un ritual que celebra los vínculos reales, con gestos que van desde lo simple hasta lo inolvidable: una carta escrita a mano, una comida casera, un picnic con mate, un libro con dedicatoria, una planta compartida o una escapada juntos. Ya sea con bajo o alto presupuesto, lo importante es la intención y el afecto. Incluso hay quienes eligen una amistad más sostenible, sin regalos materiales, pero con tiempo de calidad y experiencias compartidas. Porque en esta ciudad, la amistad no se dice: se vive.

Así que, si este 20 de julio estás dudando en qué regalar, qué decir o cómo celebrar, recordá esto: la verdadera revolución es cuidar de tus afectos.

Brigitte Hernández Escalona

Grupo Matices / @uncafecitoconbri