
Concluyó en Cali la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 16), realizada bajo el lema “Paz con la Naturaleza”. Sin embargo, persisten muchas interrogantes y desafíos para proteger las especies animales, vegetales y sus ecosistemas, que aún no encuentran una acción clara y conjunta entre las partes.
En un contexto donde la biodiversidad en América Latina enfrenta una situación crítica, se esperaban acuerdos contundentes en esta cumbre, en la que participarán más de 15 mil representantes de 196 países, incluida la República Argentina. El objetivo era, en términos sencillos, alcanzar consensos y asegurar financiación para iniciativas de protección de la biodiversidad. Aunque los documentos finales aún están en análisis, en muchos temas los avances fueron limitados
En particular, Argentina presentó una postura compleja. La subsecretaria de Ambiente, Ana Vidal de Lamas, expuso la visión del gobierno nacional, reconociendo el cambio climático, aunque con ciertas reservas respecto a su origen humano. En declaraciones al diario La Nación, Vidal de Lamas cuestionó los créditos internacionales para conservación y cambio climático, abogando en cambio por soluciones propias y por la reducción de préstamos multilaterales, como los del Banco Interamericano de Desarrollo.
A pesar de la postura “disruptiva” del presidente Milei en el ámbito ambiental, Argentina reafirma su compromiso con la biodiversidad y busca promover acuerdos de colaboración, pero sin recurrir a financiamiento crediticio. En contraste con la estrategia de la Nación, representantes de las provincias argentinas acudieron a la cumbre en Cali con el propósito de explorar alternativas de financiamiento que permitieran asegurar la sostenibilidad de sus proyectos.
Para estas regiones, que albergan ecosistemas únicos como la Selva Misionera y la Pampa, la financiación es crucial, especialmente para proteger a especies amenazadas como el yaguaraté.
Riqueza biológica
La diversidad biológica en Argentina es vasta y abarca ecosistemas que van desde las selvas tropicales hasta los pastizales pampeanos, pasando por los bosques andinos y las praderas patagónicas. No obstante, este valioso patrimonio enfrenta amenazas como la deforestación, la expansión agrícola, la contaminación por actividades mineras y las alteraciones de los cursos de agua, entre otros.
Por su parte, entre las especies animales, el yaguareté es considerado como uno de símbolos de la biodiversidad argentina y es, precisamente, una de las especies en peligro crítico en el Gran Chaco y la Selva Misionera. A pesar de los esfuerzos de conservación, sus poblaciones siguen disminuyendo por la pérdida de hábitat y la caza furtiva. En este sentido, el mes de noviembre ha sido declarado el mes del yaguareté, brindando una oportunidad para concientizar sobre su importancia y la necesidad de políticas para su protección.
Finalmente, aunque los acuerdos y alcances de la COP 16 apenas empiezan a vislumbrarse para Argentina, especies como el yaguareté requieren acciones urgentes que les garanticen protección en su hábitat. Argentina ha manifestado su compromiso de mejorar las prácticas agrícolas y mineras para reducir su impacto ambiental, aunque el éxito de estas iniciativas dependerá, en gran medida, del financiamiento y apoyo técnico, aspectos que contrastan con la estrategia nacional en temas climáticos.
¿Qué podemos anticipar en este escenario con la biodiversidad en la mira? ¡Amanecerá y veremos! Mientras tanto, la lucha por proteger nuestros ecosistemas vulnerables sigue firme, y desde Matices reafirmamos nuestro compromiso sostenible con la diversidad natural de nuestro país.
Equipo Matices