El 24 de julio de 2025 será recordado como un nuevo hito negativo en la relación entre la humanidad y el planeta: ese día agotamos todos los recursos naturales que la Tierra puede regenerar en un año. Desde entonces, vivimos a crédito ecológico, consumiendo bienes y servicios que el planeta ya no puede reponer dentro del calendario 2025.

Este fenómeno, conocido como el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, es calculado anualmente por la Global Footprint Network, una organización que mide la relación entre la demanda humana y la biocapacidad del planeta. La fecha se obtiene al dividir la cantidad de recursos que el planeta puede regenerar en un año entre la huella ecológica global. El resultado es un termómetro ambiental que no deja de marcar alarma.

En 1970, esta jornada crítica se alcanzó el 25 de diciembre. Hoy, ocurre más de cinco meses antes. En 2024, fue el 1 de agosto; este año, se adelantó al 24 de julio, confirmando un patrón preocupante: la humanidad consume cada vez más rápido lo que la Tierra tarda más en regenerar.

“Estamos utilizando el equivalente a 1,7 planetas al año”, advirtió recientemente MathisWackernagel, presidente de Global Footprint Network. “La biocapacidad de la Tierra está disminuyendo mientras nuestra demanda sigue creciendo”.

Un planeta, muchas velocidades

No todos los países llegan al Día de la Sobrecapacidad al mismo tiempo. Qatar y Luxemburgo, por ejemplo, agotaron sus recursos ya en febrero, reflejando niveles de consumo extremadamente altos en relación con su capacidad ecológica. En cambio, naciones como Uruguay e Indonesia llegarán a esta fecha crítica recién en noviembre o diciembre, gracias a un estilo de vida más equilibrado y con menor huella ambiental.

Esta desigualdad, lejos de ser anecdótica, revela una tensión estructural en el modelo económico global. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 10 % más rico del planeta es responsable de más del 50 % de las emisiones de carbono. “El desarrollo humano solo será sostenible si deja de depender de una sobreexplotación de los recursos naturales”, señala el informe 2024 del organismo.

En este contexto, el adelanto del Día de la Sobrecapacidad funciona como espejo de nuestras prioridades y contradicciones: mientras una parte del mundo intenta sobrevivir con recursos mínimos, otra los agota sin freno ni límites.

Como es sabido, el modelo económico actual está basado en la lógica de “extraer, producir, consumir, descartar”;y es, por tanto, uno de los principales responsables del deterioro ambiental. Según la Fundación Ellen MacArthur, alrededor del 45 % de las emisiones globales están vinculadas al uso de materiales en los procesos de producción de bienes y alimentos.

Frente a este panorama, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra no debe ser solo una fecha de alarma, sino una invitación a la acción. Como lo expresa el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en su último informe, “la ventana de oportunidad para mantenernos dentro de los límites planetarios todavía está abierta, pero se está cerrando rápidamente”.

Reducir la velocidad del consumo, evitar el desperdicio, impulsar una economía circular, apostar por energías limpias, regenerar suelos y bosques, cambiar la forma en que producimos y comemos: el futuro no depende de un milagro tecnológico, sino de decisiones colectivas e individuales valientes.

Brigitte Hernández Escalona

Grupo Matices / @uncafecitoconbri